HUMANISMO Y UNIVERSIDAD

Autores

Gabriel Galarza López
Consejo de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior

Sinopsis

Decía en otro escrito que deben ser consideradas con profundidad las relaciones de la educación superior con la cultura, la formación intencionada del profesional e investigador con el desarrollo de las personas y las colectividades, buscando que el mismo sea sostenible, sustentable y que lleve a la buena vida de los seres humanos.

Muchos de los cambios propuestos sobre la educación superior no miran la totalidad de la realidad humana, enfrascados aún en el análisis disciplinar de las partes, por muy importantes que sean, pero que, al fin, en la construcción del conocimiento, se requiere volver a la mirada holística.

Tal ha sido la raíz de la propuesta colectiva de la Universidad Humana y Cultural.

La naturaleza y la cultura humana constituyen una indisoluble unidad.

La cultura Occidental en sus orígenes, y en posteriores transformaciones, debe las raíces a Oriente y a las difusas fronteras culturales.

Una de las alteraciones en el contenido de comprensión de la realidad humana y que, rotundamente, ha influido en muchos de sus intelectuales ha sido la ruptura analítica, de lo que es la naturaleza y de lo que significa la cultura, dejándolas separadas, inconexas, volando cada una en esas profundas especializaciones hasta tornarlas esencias etéreas, con interesantes elucubraciones, pero que al fin de cuentas, incidieron históricamente en el momento de relacionarse con otros pueblos y otras colectividades del mundo.

Creo que es acertada la aguda aseveración de Zygmunt Bauman, filósofo proveniente de los pueblos que sufrieron el dolor de una de las grandes guerras que ha soportado la humanidad, cuando decía que fueron los romanos quienes tradujeron e interpretaron la palabra griega physis, separando su unidad interna, conceptual, originaria de: Naturaleza y cultura.

Los romanos esparcieron, en determinado momento de su descenso Imperial, la visión particular de la realidad. Una concepción monoteísta y dual como fruto de la conversión de su emperador Constantino y otros. Asimilaron, en su devenir, la confluencia del pensamiento griego y la creencia religiosa del pueblo judío.

El espíritu de conquista y dominación occidental, siglos más tarde, surcó los mares y los territorios, inicialmente a través de españoles y portugueses a partir del siglo XV, imponiendo a otros pueblos su comprensión de la realidad, que le sirvió para instalar una cultura dominante, pero así mismo para construir las cadenas de la explotación humana y levantar inmensos dolores infringidos a los “colonizados”, diferenciando con el pensamiento dualista, inclusive a los seres humanos nativos, a quienes llamó “naturales” y a los conquistadores a quienes comprendió como los “cultos” de la comunidad humana.

En aquellos siglos de rupturas en el territorio de la naciente Europa, en la economía, en la política, en las concepciones religiosas, filosóficas y científico–tecnológicas, hubo intelectuales y políticos que blandieron las ideas alteradoras del Renacimiento y el Humanismo que incidió en varias transformaciones sociales características de la etapa, la que arribó, más tarde, a la Modernidad.

Una de las grandes instituciones generadas en el seno de la sociedad de la Baja Edad Media, teocéntrica fue la Universidad, caracterizada por el pensamiento escolástico, con la presencia e influencia árabe, sobre todo en al-Andalus (España, Portugal y Sicilia) y que luego de largos años concluyera en la bifurcación de los caminos del racionalismo y el empirismo, articulada a las transformaciones profundas de su contexto.

La universidad (universitãs magistrõrum et scholãrium), gremio creado en la Baja Edad Media, trabajó intelectualmente a través del método escolástico, que estuvo reconocido por la inclusión del debate de las ideas (disputatio), lo que constituyó la simiente de las incertidumbres y las nuevas teorías, de confrontación, con la única verdad proclamada absoluta.

Tanto la Universidad como el Humanismo que divulgaron las líneas del orden y el progreso como esenciales de la mirada Antropocéntrica, hoy requieren ser revisadas, en la confluencia paulatina de las ciencias entre sí y de la filosofía, bajo la mirada de abiertas epistemologías que consideran el conocimiento y los saberes de los “otros” pueblos del mundo que escudriñan una honda emancipación.

De esta manera y convergiendo en delinear algunos elementos con la propuesta de una universidad humanista y cultural, en el presente trabajo, la comprensión del ser humano como un ser natural y cultural, su capacidad transformadora, la coexistencia del azar y la necesidad, el pensamiento de otros pueblos. Estos asuntos se encuentran en los primeros capítulos, o sea, en el I, II, III, IV y V.

En los siguientes capítulos VI, VII, VIII, IX, X, XI y XII, desde una interpretación histórica, contextual, de las ciencias sociales y las humanidades, la tarea fue volcada a temas que tienen relación con las civilizaciones, particularmente indagando acerca de las colectividades afroamericanas, las indígenas y los orígenes de las concepciones racistas.

La Universidad atenta a su contexto debe interesarse acerca de sus procesos de largo tiempo y las propuestas de enmienda nacional y regional. En los capítulos XII, XIII y XIV, son abiertos asuntos relativos a la interculturalidad y el estado plurinacional, la acción afirmativa, la interculturalidad y la universidad.

Finalmente, temas como la ciencia, los saberes y la transformación de la educación superior, el aprendizaje y  la educación de toda la vida, la democracia, la integralidad de las funciones sustantivas y el conocimiento constan en los capítulos XIV, XV, XVI y XVII.

 

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Publicado
septiembre 27, 2019
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